Mtro. Carlos Eduardo Flores Moreno, Agrupación de Lucha Socialista (Sección mexicana de la CCRI), 04/05/20, https://agrupaciondeluchasocialistablog.wordpress.com
En el norte del país, particularmente en las zonas fronterizas con Estados Unidos, la actual pandemia por Covid-19 está teniendo efectos muy nocivos entre la población y, particularmente, entre las y los trabajadores del sector manufacturero de las maquilas.
A finales de abril del presente año, de 25 a 29 personas habían muerto por el COVID-19 y había 119 casos reportados de contagios en Ciudad Juárez (El Diario 19/04/20). Esas cifras se han triplicado en las últimas dos semanas: para el 2 de mayo, las muertes por el virus aumentaron a 75-78 defunciones y los casos reportados a 375 infectados (El Diario 2/05/20). El director médico de la Zona Norte, Arturo Valenzuela Zorrilla informó que, en todo el estado de Chihuahua, ha habido de 92 a 95 defunciones y de 521 a 569 infecciones. Eso significa que la ciudad fronteriza tiene más del 70% de los casos en el estado.
Ciudad Juárez es la ciudad más poblada de todo el estado de Chihuahua, teniendo aproximadamente 1,3 millones de habitantes, de los 3 y medio millones que habitan el resto de la entidad, por lo que uno podría asumir que la concentración de la población es lo que ha permitido tal grado de esparcimiento de la infección. Sin embargo, esta explicación superficial no hace más que cubrir problemas sociales y estructurales de la misma ciudad y su condición de productora de mercancía para la exportación mundial.
La maquiladora ha sido la principal fuente de trabajo para la clase obrera de Ciudad Juárez, donde miles laboran jornadas de trabajo extendidas para poder conseguir una cantidad apenas mayor a 1 o 2 sueldos mínimos que se paga en estas fábricas. Al ser el centro económico de la ciudad durante las últimas décadas, la vida de los obreros ha girado alrededor de la maquila, desde la madrugada en que el transporte de personal pasa por ellos, hasta el regreso a sus hogares a altas horas de la noche. Es precisamente la falta de otras oportunidades de empleo mejor remunerado, así como la presión que ha ejercido el gobierno norteamericano hacia el Estado mexicano, lo que ha causado que siguieran funcionando estas empresas, incluso semanas después de la orden federal a detener los trabajos no esenciales.
Se han reportado manifestaciones en diversas empresas maquiladoras, entre ellas la Regal y TPI, exigiendo a las compañías mayor protección y que se les permitiera regresar a sus hogares, pues temen que algunos de sus compañeros estuvieran infectados (El Diario de Chihuahua 15/04/20). Ya para inicios de mayo, los trabajadores de la mayor parte de las maquiladoras lograron parar la producción, a través de su acción organizada; pero, la tardía acción de las autoridades y la abstención de estas maquilas por cuidar al trabajador en favor de la producción, permitieron la propagación del COVID-19 entre sus obreros.
Sumado a esto, podemos también discutir las precarias condiciones de los trabajadores de salud, pues 100 de ellos se manifestaron en el Hospital General de Zona No. 6 en la ciudad fronteriza, denunciando que el administrador del hospital y su directora no resuelven las peticiones de los trabajadores, además de no presentar los insumos ofrecidos para poder lidiar con la pandemia, lo que ha permitido contagios entre los mismos trabajadores y la muerte de uno de sus compañeros, el enfermero Gustavo López. Por si esto fuera poco, en un claro acto de intimidación, se presentó la Guardia Nacional en el inmueble empuñando armas largas, impidiendo a los trabajadores entrar a ciertas áreas del mismo hospital (Izquierda Diario 01/05/20).
Vivimos en una época de fuertes contradicciones: por un lado, la orden del gobierno federal por cesar o al menos minimizar los trabajos no esenciales, mientras que las mismas empresas maquiladoras ignoran la situación y atrasan cualquier clase de cuarentena, permitiendo la rápida expansión del virus. Por otro lado, las instituciones sanitarias, debilitadas en las últimas décadas, no son capaces de sostener una crisis de salud de esta envergadura y, cuando los trabajadores se manifiestan, son intimidados por el mismo Estado. La fuente de todos estos males ha sido el capitalismo y frente a esto, a las y los trabajadores no nos queda más que organizarnos para garantizar nuestra salud y nuestras conquistas laborales, en contra de los empresarios, las transnacionales y el gran capital, que buscan generar la mayor cantidad de ganancias, intercambiándolas por vidas humanas.